Nicolau, la primera novela de Antoni Veciana (Reus, 1977), publicada por La Segona Periferia, es una celebración de la fantasía, un canto a las bondades liberadoras de la imaginación primigenia. eso es, la imaginación que ha dado los cuentos de hadas. las rondalles los mitos fundacionales. los cuentos tradicionales. las leyendas popular. Es la imaginación que desborda la realidad y que rebate la mísera literalidad del día a dia desde las mismas raíces de lo que somos como individuos y como comunidad. Dos son los aspectos más llamativos y destacados de la novela. El primero es el trabajo lingüístico, un despliegue vivísimo, inventivo y en última instancia nada pintoresco de todos los registros del catalán popular, campesino y marinero. del Camp de Tarragona. Y el segundo aspecto, el argumento, una incursión en los territorios y las lógicas de la fábula sin los anclajes auto-irónicos ni los reparos meta-conscientes que son tan propios de la descreída y sofisticada postmodemidad. La gran virtud de Veciana es que ha contado una historia sencilla y fabulosa de un modo creíble. deliberadamente ingenuo y serio a la vez. Nicolau, un chico de familia humilde que es menospreciado por todos en su día a día en tierra firme, únicamente se siente libre y feliz cuando nada en el mar. La cuestión que empieza a nadar tanto que un día se convierte en una especie de hombre-pez que, aureolado por una bendecida maldición, va nadando mares arriba y mares abajo, acumulando historias y experiencias. Sirenas, ciudades míticas sumergidas, monstruos y relatos maravillosos pueblan tanto le rutina de Nicolau como las páginas de la novela. Por frases como estas -"Soc el mort que vas fer enterrar. He vingut a pagar-te lo deute que tenia amb tu. On vols que te porti?»-, Nicolau me ha hecho pensar en una versión plácida y luminosamente mediterránea del Pedro Páramo de Juan Rulfo. Por frases como estas -«Les idees estan enganxades fort con un neguit. Me les trec amb força, pero me les noto quan me'n vaig a dormir», me ha venido a la cabeza la Mercé Rodoreda más elegíaca y atormentadamente poética. Otras frases y fragmentos respiran el mismo aire mítico, sobrenaturalmente normal y aventurero que la Odisea y Las mil y una noches... Podría continuar con las referencias y las comparaciones, pero creo que ya se habrán hecho una idea del tipo de novela del que estarnos hablando.
Sea como sea, Nicolau está llena de buenas frases, funciona mejor por pasajes que en conjunto, aunque así también funciona, y de un modo notable. I he aquí una frase que me he gustado: «Les ideies poden ser liquen clavats a l’enteniment», Y aquí otra: «Per fora un peix i per dins en un déu. Malgrat aquesta metamorfosi, no se li havien acabat els patiments». ¡Ah, la condición humana y sus debilidades y penas y abismos, que ni tan siquiera nos abandonan cuando dejamos de ser humanos!
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