A
la Vanguardia el 1991 l’escriptor Albert Manent, també veí del Puig d’en Cama,
ens explicava com havia viscut el devastador foc que va assolar aquelles
muntanyes ja fa més de vint anys. ...
En
varias ocasiones he ayudado a apagar fuego, pero siempre era un incendio
localizado en zonas de monte bajo. Pero el ocho de agosto, a las cuatro de la
tarde, desde mi refugio de Mas de Segimon en el horizonte de Levante vimos una
enorme humareda que formaba grandes nubes negras. Al ir hacia el pueblo, subía
como una centella Joan Oles , alcalde de l’AIeixar. ”Hi ha foc al Mas de
Borbó”, nos espetó. La masía está en un extremo del término de l’AIeixar y es
un gran edificio de origen medieval que fue restaurado con es lo modernista por
el doctor Lluís Barbara. No lejos de él se encuentra l’Alzina Grossa o l’Alzina
del Mas de Borbó que, según Ramón Vinyeta, autor del libro ”Els arbres
monumentals de Catalunya”, ene unos mil trescientos años y puede ser el árbol
más viejo de Cataluña. Al llegar al Mas de Borbó se había levantado viento y
desde unos tres kilómetros se oía el violento crepitar de los árboles
consumidos por un fuego voraz. Quemaba el mí co Puig d’en Cama que en la Selva
llaman también Serra de Sant Pere.
Tiene poco más de setecientos
metros, hay en él minas abandonadas de plomo y barita, y conserva la vegetación
clásica de la encina, que ha resis do la presión del pino. Un documento del
siglo XIII nos habla de ”ab orientepodium den cama”. Es una señal precisa para
los hombres de mar... Y recuerdo que en 1939, siendo yo casi un niño, acompañé
a mi padre a cazar perdices. Salían muchas bandadas, pero tan lejos que no se
podía disparar con acierto. En las Fontetes, al pie del Puig d’en Cama,
llegamos a reunir más de cien perdices. Nos me mos en el laberinto de la
montaña, pero tuvimos que desis r por lo abrupto del bosque y la falta de
visibilidad.
Desde
el Mas de Borbó pronto vimos con alegría que los hidroaviones y los
helicópteros empezaban a lanzar toneladas de agua. Pero el viento de poniente,
el Seré, agitaba árboles y arbustos y levantaba llamas de veinte o más metros.
El fuego se extendía en un frente de varios kilómetros y era di cil controlarlo.
Habían llegado, decían, tres unidades de bomberos de Reus que pronto quedaron
desbordados. El dueño del Mas de Borbó, Jordi, y el siempre intrépido Gúmer de
la Cruz, dueño del cercano Mas de Garrut, se vieron envueltos por las llamas
porque, trabajando en una hondonada, saltó una pina encendida a setenta metros
y prendió fuego. Se escaparon con mucha dificultad. Mientras tanto iban
llegando voluntarios de l’AIeixar, Maspujols y Vilaplana (con sus alcaldes al
frente) y también de Ulldemolins, La Selva, Espluga e incluso Mont-ral. Otros
trabajaban en la cara sur del Puig d’en Cama y mon culos cercanos porque el
fuego llegaba hasta cerca de Almoster y amenazaba urbanizaciones de la Selva. Se veía a pájaros
y conejos desconcertados. En medio del camino encontraron a una águila joven
qué se resis a a levantar el vuelo. El fuego avanzaba, raudo o lento, por
varios frentes y a veces en cuña. Los del Mas de Borbó, tan amenazados,
telefoneaban donde quiera
para pedir refuerzos. Por cierto que la Telefónica, a pesar de ser una masía
tan bien situada estratégicamente, lleva casi un año sin ponerles el teléfono.
Por la noche volví al llano de l’Alzina del Llamp donde
había coches de bomberos de Valls, Lleida, Cervera, etcétera. Con inteligencia
y sen do de la estrategia iban apagando zonas de bosque y evitaban que se
propagara a zonas vitales y extensísimas, como las arboledas del Mas de Cercos
(Bosc Gran, Bosc de les Animes, Bosc del Salt). Iban a las hondonadas con
mangueras de hasta cuatro kilómetros y decían que el Mas d’Alimbau había
quedado cercado por el fuego y que el Picarany, donde yo había visitado al
poeta Gabriel Ferrater, ardía. Los voluntarios bajaban comida, leche y agua a
los bomberos que se arriesgaban por las vaguadas.
De
madrugada llegaron los de Barcelona, donde llovía, y pusieron a prueba su ran
experiencia, y también vinieron los de Gavá, Vilanova i la Geltrú, Badalona,
Sant Celoni...
El jefe de la Forestal de l’Alt Camp parecía dirigir una
parte de las operaciones. De pronto me encontré a mi amigo, ya mayor, Andreu
Barbará, jefe de los voluntarios de Alcover y el alma del museo del pueblo con
los mossos d’esquadra. Desde el Mas de Borbó el trasiego era con nuo por el
Coll de Rosic y el camino del Aigua Sana.
Aquella madrugada, tan decisiva, los bomberos apagaron casi
totalmente el fuego Los de la cara norte del Puig d’en Cama estamos más
tranquilos, pero el fuego de cerca es más dantesco que el infierno que pintó el
divino poeta.
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